Por Leo Agusto, abucheador no pagado

El abucheo que colmó el plato del jefe de gobierno del Distrito Federal en México fue el que le propinaron las huestes del aún secretario de desarrollo social, Martí Batres Guadarrama, en el Congreso Refundacional, no se rían así lo llamaron, del PRD en Oaxtepec, Morelos, hace un par de semanas.

¡Obrador, Obrador! Gritaban ante la llegada de Marcelo Ebrard a la fiesta democrática perredista. Sin quererlo la gente de Martí le hizo el juego a la tribu de los Chuchos que ya buscan en Juan Ramón de la Fuente la «tercera vía» para recuperarse del lamentable 13% en las preferencias electorales en que los ha sumido el rayito de esperanza.

Con la destitución de Batres Guadarrama Ebrard cobra así la factura de verse reducido a empleado de López Obrador con la designación de Clara Brugada en la delegación Iztapalapa.

¿Quién más se largará con Martí en este intento de Marcelo por cortarle los recursos que aún mama Andrés Manuel de manera discrecional de las arcas del gobierno del Distrito Federal?

La renuncia de Martí ya está firmada en el escritorio del jefe de gobierno en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento en el Zócalo de la Ciudad de México. El SME ya lo espera para que se sume a las consignas y las marchas.

No es noticia, la izquierda sigue dividida y las diferencias se hacen evidentes y profundas.