Por Leo Agusto, revolucionario de sofá (sindicalizado)

El Sindicato Mexicano de Electricistas, uno de los más antiguos y más corruptos de México convocó este 15 de octubre a una marcha del Ángel de la Independencia al Zócalo de la ciudad de México. Según datos oficiales de la secretaría de seguridad pública del Distrito Federal asistieron 150 mil personas. El número es impresionante, pero no suficiente para acalambrar al gobierno más allá de sentarlo a negociar los términos del finiquito de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

¿Con qué autoridad moral digo esto?

Si recordamos la marcha contra el desafuero del entonces jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador el 24 de abril de 2005 a la que asistieron un millón doscientas mil personas, el músculo de uno de los sindicatos que algún día tuvo mayor poder de convocatoria está flácido y engalanado con un bonito traje de charro que no despierta la simpatía entre los sectores mayoritarios de la población. A casi cuatro años y medio el hoy presidente legítimo ya no es el indestructible de aquellos días. Su poder de convocatoria se ha visto minado por propios errores y su discurso repetitivo donde acusa a los de «arriba» sin presentar las pruebas de sus dichos. No le funcionó el oportunismo al querer montarse en una causa que le llega de rebote.

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