Ricardo Monreal Avila en Organización Editorial Mexicana

El día 10 de mayo debería ser en México “el día nacional del matriarcado”. La denominación “día de las madres” se queda corta frente a los afectos, pasiones, motivaciones, intereses y recursos que ese día se ponen en movimiento a escala nacional.

Huérfanos de identidad como nación independiente, las mexicanas y los mexicanos encontramos en el día de la madre un vientre cultural donde mitigar con relativa seguridad y comodidad esa orfandad (Samuel Ramos y Octavio Paz dixit).

Ya instalados en la “modernidad” del último medio siglo, con su cauda de disolución de los vínculos tradicionales (entre ellos, el apego solidario a la familia y a la madre), el 10 de mayo se ha convertido en un acto de expiación colectiva para compurgar los 364 días anteriores de olvido y abandono sistemáticos.

Ese día buscamos llenar el “hoyo negro” del alma nacional con el mecanismo de las sociedades mercantiles: comprar, comprar y comprar. Ese día vaciamos las florerías, llenamos las tiendas y abarrotamos los restaurantes. ¿Cuánto costaron las rosas rojas con girasoles amarillos y listones blancos el sábado pasado? Según la hora. Amanecieron al doble del día anterior. Al mediodía estaban tres veces más caras y a las ocho de la noche ya costaban lo de hoy y los días anteriores. ¿Especulación o mecanismos de libre mercado?

¿Trató de ir a un restaurante el pasado sábado? Lista de espera de dos y tres horas. Una vez conseguida la mesa anhelada, problema de insuficiencia de sillas, ya que una buena cantidad de ellas se destinan a amortiguar las horas de estancia en la banqueta. Sentado usted en un improvisado banco de madera, descubre que la mitad de los platillos de la carta ya se agotaron, por lo que deberá resignarse a pedir la sopa de fideos que nunca se acaba y la gelatina del día que resistió la embestida de los comensales.

Se estima que el pasado 10 de mayo los mexicanos gastamos una cifra similar a la de Navidad y Reyes Magos. Es también el segundo o tercer día donde converge el mayor número de familias en torno a un acontecimiento (los otros referentes son la navidad y el sepelio de un ser querido). Y es el día donde prácticamente nadie –ni el gobernador de Jalisco– hace referencia a la “mención más mentada” del vocabulario mexicano.

Matriarcado, dice el diccionario, es la sociedad que gira en torno a la figura nuclear de la madre. En efecto, nuestra economía y nuestra cultura le rinden tributo. Seríamos una sociedad matriarcal pura de no ser por otros rasgos culturales que contradicen nuestro culto a la madre. Me refiero al “machismo” ancestral, a la subordinación de género, a la discriminación económica y a la violencia social e intrafamiliar que de manera creciente afecta a las mujeres mexicanas (por ejemplo, los feminicidios).

Tan afectos a los días festivos, deberíamos hacer coincidir el 10 de mayo con el día de la mujer mexicana, para que el simbolismo cultural del primero neutralice la cruda realidad de género que vivimos cotidianamente en nuestro desigual país.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx